(Notas de Usuarios) – Nadie puede alegrarse por la muerte de otra persona  por más ruin y deleznable que ésta haya sido y menos cuando se ha recibido educación humanista y se abraza una profesión cuyo objetivo es defender y luchar por la vida misma, como es mi caso. Pero siendo contemporáneo en todo  a los hechos de esta incipiente historia argentina, no puedo dejar de lado las circunstancias y acontecimientos que en ella ocurren,  más aún habiendo sido un actor de esa historia  reciente y un sobreviviente de la misma, uno de los tantos que en nuestra juventud sufrimos los avatares  que tanto daño y tanto dolor provocaron a nuestra sociedad civil. No voy a  emitir opinión sobre el editorial recordatorio que hiciera la pluma del  diario de la familia Massot, porque lo que ahí se dice  no es más de lo que uno esperaría; si hay algo coherente en esta ciudad ha sido el diario, siempre ha pensado igual, siempre ha combatido igual y lo seguirá haciendo pues sus entrañas, su genética, su ADN mitocondrial, lleva la carga inherente  al pensamiento ideológico que transmite. Qué otra cosa  podría decir.

Se ha muerto Massera, un personaje importante de la Negra Historia que asoló al país, un personaje que tuvo la potestad de decidir sobre vida, muertes, secuestro y apropiación de personas, de conciudadanos nuestros, donde nuestra ciudad no ha escapado a las consecuencias de dichas decisiones.
Pero vamos al grano de la cuestión: el mismo periódico que se enseñoreaba con los jerarcas del Proceso de Reorganización, nunca respondió por las muertes de los delegados gremiales gráficos Miguel Angel Loyola y Enrique Heinrich, vilmente arrancados de sus hogares, secuestrados, torturados y fusilados en 1976. La guerra  que en parte reivindica Massot, que no fue tal, por desigualdad, por crueldad y porque el propio Estado ejerció el terror con una violencia indiscriminada e inusitada, también arrancó de su hogar la noche del 17 de octubre de 1976 a nuestro querido compañero y hermano político,  presidente del bloque de concejales justicialistas, Gerardo Víctor Carcedo. Una cuenta pendiente en el terreno de la justicia terrenal que quizás no pueda cerrarse nunca porque su desaparición, (probablemente y por las versiones  existentes haya sido tirado vivo al mar y su cadáver yazca en las profundidades del Océano Atlántico) fue por designio y obras de personajes  maquiavélicos y asesinos como el degradado Emilio MASSERA. Quizás haya que hacer recordar a Massot que no murió un Almirante, murió un personaje degradado encarcelado y culpable de crímenes de lesa humanidad.-

Lamento profundamente  que ninguno, ninguno de los concejales, haya emitido opinión ante un hecho de trascendencia nacional. Lamento que los  veinticuatro concejales y el Intendente Municipal Braldestein, estén rendidos a los pies de un diario cuya pluma ha estado manchada con la sangre reivindicatoria de los golpes de Estado en  nuestra bendita patria. Lamento profundamente la genuflexión constante que el poder político en general de nuestra ciudad le rinde pleitesía a un medio formal y coherente que sí ejerce el poder real y les dice a diario lo que deben hacer.-

Por mal camino va la ciudad si los que gobiernan o tienen la virtual obligación de hacerlo sólo lo hacen recibiendo ordenes de quienes siempre han estado a espaldas del pueblo y elevando loas a los antipatria y genocidas que llevaron el país a donde lo llevaron. A Massera, Dios se apiade de él

A LOS FAMILIARES DE DESAPARECIDOS TORTURADOS Y FUSILADOS, DIOS LES DE SABIA RECONCILIACION DE ESPIRITU PARA QUE NI LA VENGANZA NI EL RENCOR SE APODERE DE SUS ALMAS. A nuestros  ciudadanos, pensemos muy bien lo que hagamos de aquí en más pues nuestros pusilánimes representantes políticos, miedosos de perder su “statu quo”  solo responden a intereses de poderosos, que no son precisamente los de nuestro pueblo.


 

Enviado a Solo Local por Dr. Rodolfo Lopes, DNI 11.089.755

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